A pesar del pánico por el coronavirus, este padecimiento no representa la enfermedad más peligrosa que aqueja hoy día al mundo, la verdad es otra enfermedad la que ha estado entre nosotros desde hace años, tanto que, en ocasiones su contagio ha sido generacional, aunque también se puede presentar de forma espontánea a pesar de todos los cuidados que hayan puesto en nosotros. A este mal, se le conoce como Ignorancia.
“En las cabezas huecas se puede tocar bien el tambor. Y cuanto más hueca la cabeza, mayor será el eco”
Karlheinz Deschner
La Real Academia de la Lengua la define como una falta de conocimiento, pero puede ir más allá, ya que se han dado casos que aun con conocimiento, esta sigue causando estragos en la vida de quien la padece, sobre todo por una falta de actualización de los conocimientos. Incluso puede llevar a las personas a tomar decisiones sin hacerle caso a la experiencia, a los registros históricos o peor aún, actuando igual que siempre, esperando resultados diferentes.
Y es que esta negligencia por aprender, en muchas ocasiones silencia al conocimiento o, nos lleva a no saber qué hacer con él. Y si este desconocimiento va acompañado de la soberbia, puede hacernos pensar que, por tener la capacidad de recordar muchos datos de ser ya grandes entonces somos ya inmunes a cometer errores.
Alguien dijo que, más horrible que un terrorista que se inmole con dinamita en una plaza, es alguien con ideas destructivas y sin fundamentos, y lo es más si este tuviera la ocasión de llegar a un puesto de poder. El daño que puede hacer desde la plataforma donde esté es mucho mayor, pues mayos será su radio de influencia y de acción.
Ahora si colocamos esto en perspectiva. Acaso resultará que si yo guardo una enciclopedia dentro de un coche, ¿ya por eso el automóvil es más inteligente? O si esta misma enciclopedia está dentro de una computadora, ¿esta podría tomar decisiones inteligentes que favorezcan al resto? No sería quizás necesario que tuviera que anexarle observaciones, experiencias, realidades, perspectivas y muchos otros datos que han mostrado su efectividad ante la ignorancia.
Ahora que, si tomamos a la ignorancia como una pandemia, ¿qué tan avanzada estaría? Fase 1, Fase 2, Fase 4. O peor aún, cuantos infectados llevaríamos en todo el mundo. Y no vayamos tan lejos, siendo sinceros, qué tan contagiados estamos cada uno de nosotros.
Hoy más que nunca la aplicación del conocimiento y la importancia del aprendizaje será lo que nos saque adelante. Entre más leamos cosas útiles, nos ilustremos del pasado y salgamos a conocer las realidades de los demás. Y dejemos de esperar a que alguien más haga el trabajo por nosotros, tendremos las herramientas necesarias para saber cómo aplicar correctamente toda esa sapiencia. Pues vivimos en un momento en donde el conocimiento nunca había estado tan al alcance de todos.
Vamos a enfatizar la reseña más antigua que encontramos de la biblia, en el libro de Oseas, fue escrito entre los años 787-747 d. C., sin lugar a duda es el aporte más antiguo que podemos encontrar para darle cuerpo a este post. Y analizamos un poco lo dicho por Dios a este profeta, “Mi pueblo fue destruido por que le falto conocimiento…” Y nos lleva a preguntarnos. -¿Qué fue lo que Israel no aprendió? -¿Donde se quedaron estancados? Basados en esto podríamos decir que la ignorancia destruye los pueblos. En el caso de las sociedades de la actualidad, no es el desconocimiento en técnicas de guerra lo que las destruye, sino la misma ignorancia que las estanca y las lleva a tomar decisiones erradas.
En una oportunidad leí el comentario de un post publicado, que decía, “Los pueblos tienen los gobernantes que se merecen”
De esto podríamos deducir la importancia que significa, que las sociedades se eduquen y enriquezcan sus conocimientos y sabiduría, para poder ser protagonistas de su propio progreso, del crecimiento de sus economías y de la disminución de las brechas sociales que les aquejan; de donde de persistir los niveles de desconocimiento seguirán los paradigmas de pensar y mantener una mentalidad pobre, y pensarán que el gobierno le debe proporcionar todo o lo mínimo para subsistir sin que el beneficiado se fatigue mucho o trabaje demasiado.
Por otra parte, tenemos que una mentalidad culta, estudiada, entiende que el beneficio está en ser lo menos dependiente del estado que se pueda, entiende y anhela un país independiente en todos los aspectos, principalmente el económico, este tipo de personas saben que esta vía lleva al desarrollo personal y por ende al del país. Tanto así que incluso para ejercer el derecho de votar se tiene que poseer algo de sabiduría y sentido común.
Hoy la pandemia existente se está combatiendo con sabiduría, conocimientos, ciencia, experiencia y aprendizaje. Despertémonos y pongamos en una balanza, ¿que es más importante para aprender a vivir en el mundo que nos rodea?, ¿que nos puede ayudar a superar cada obstáculo?, ¿la necedad, la ignorancia o la pasividad?. Y apostemos a aquello que nos mantenga despiertos, alertas y dispuestos, tanto como apostamos por permanecer vivos y sanos por el mayor tiempo posible.
LVO/2020
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