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Luis Vogt

Fundamentos de la Doctrina Cristiana

¿Qué es la Doctrina Cristiana y por qué hay que estudiarla?

1. El primer y principal propósito de estudiar la doctrina, aparte de cimentar y solidificar nuestra fe y convicción en la obra de Cristo; es entrenar a los cristianos a comprender, articular y defender las verdades cristianas básicas. Cada uno de esos verbos es importante y no es solo un discurso donde se acumulan varios verbos en una oración. Es ciertamente entrenar al cristiano para que entienda las verdades bíblicas de manera de que este pueda comprender lo que todo cristiano debe saber.

En segundo lugar, estudiar doctrina nos permite ayudar a articular lo que se cree, darle sentido y así poder explicarlo a los demás coherentemente cuando alguien nos pregunte exactamente qué es lo que, como cristianos creemos y porque lo creemos.

En tercer lugar, sin conocimiento de la doctrina es imposible defender lo que se cree, así cuando alguien nos pida dar razón de por qué tenemos esta esperanza y del porque creemos lo que creemos estar preparados. Al respecto Pedro señala: 1 Pedro 3:15 “Estando siempre preparados para presentar defensa ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, pero hacedlo con mansedumbre y reverencia” (LBLA).

Entonces, el primer y principal propósito de estudiar la doctrina bíblica es entrenarnos para comprender, articular y defender lo que como cristianos, creemos.

2. Estudiar la doctrina es también extender el Evangelio a aquellos que aún no han llegado a conocer a Cristo, y estar siempre listos para defender a cualquiera que pida una razón de nuestra esperanza.

Muchas veces nos encontramos inundados de conocimientos y teorías sobre tal o cual verdad y tendemos a confundirnos, y no es que los demás estén equivocados y nosotros no, sino que, en medio de todo este cúmulo de conocimientos y verdades, debemos entender que estudiar la doctrina bíblica es también seguir el sendero correcto en humildad y oración, para que sea Dios quien nos guie a toda verdad. La idea es que al estudiar las Escrituras nos empapemos en ellas y seamos como leños encendidos que arden al ir adentrándonos en las verdades que Dios nos revele, y que podamos extender ese fuego a aquellos que tenemos cerca, si tomas algunos leños en llamas y los separas – los pones aparte – pronto se apagarán. Pero a medida que se juntan, se refuerzan mutuamente y tú tienes un fuego ardiente, brillante y cálido. Esa es la forma correcta de encendernos en este estudio de la doctrina y que la Palabra corra y sea glorificada.

Al estudiar la doctrina empezamos a hablar los siguientes temas:

1. La doctrina de la revelación – ¿El cómo se revela Dios a nosotros? De qué manera Dios se revela a sí mismo al hombre, ya sea en la naturaleza o en Jesucristo o en las Escrituras 4

2. ¿Cómo aprendemos la verdad acerca de Dios? La doctrina de Dios, cómo es Dios y por qué debemos creer que Dios existe.

3. Estudiaremos sobre la doctrina de la creación–¿Cómo se relaciona Dios con el mundo que Él mismo ha creado?

4. Acerca de la doctrina de Cristo–la persona de Cristo como también la obra misma de Cristo.

5. Estudiaremos la doctrina del hombre–ese hombre creado a la imagen de Dios, así como la consecuencia del hombre caído, de la necesidad de la salvación y del perdón de Dios.

6. Estudiaremos acerca de la doctrina de la justificación, incluida la doctrina del pecado y la doctrina de la salvación.

7. La doctrina de la iglesia. ¿veremos cuál es la iglesia que Dios quiere y la que está estableciendo aquí en la Tierra?

8. Por último, estudiaremos sobre la doctrina de las últimas cosas que será el final de la historia humana y el estado eterno.

Pero, ¿Qué es doctrina?

Antes de iniciar cualquier estudio debemos hacernos la siguiente pregunta: ¿Qué es la doctrina cristiana? Es verdad que esto asusta a algunos porque esos algunos no saben en que se están metiendo. A todos nos pasó en un momento que no sabíamos si estábamos en los correcto al estudiar o creer ciertos conceptos, pero fue el amor a descubrir más y más de Dios, y nuestro corazón sincero y ávido de conocerle, suficiente combustible para hacer arder nuestra hoguera.

Creo que la doctrina cristiana puede definirse muy bien como lo sugiere el famoso historiador de la iglesia Jaroslav Pelikan en su libro The Christian Tradition [La tradición cristiana], al decir que la doctrina cristiana es aquello que la iglesia cree y enseña. La doctrina cristiana es simplemente lo que la iglesia cristiana cree y enseña. Es posible que tengas algunas reservas sobre esa definición y se podría decir: "¿No es la doctrina cristiana lo que la Biblia enseña y lo que debemos creer?" y no deja de ser verdad, pero esta misma doctrina cristiana implica una reflexión humana sobre los datos de la Escritura, de modo que la doctrina en realidad no está completa hasta que hayamos reflexionado sobre los datos duros de la Escritura e intentemos analizarla sistemáticamente y ponerla en forma doctrinal.

Entonces, por ejemplo, las doctrinas, como la Trinidad y las dos naturalezas de Cristo, no se enseñan explícitamente en la Escritura, sino que son el resultado de la reflexión de la iglesia sobre esos datos duros de la Escritura, entonces hacemos un intento de sistematizarlos en una declaración coherente de lo que, como cristianos, creemos. Creo que la necesidad en muchos casos de tener una reflexión racional sobre los datos de la Biblia indica que la doctrina es más que simplemente lo que dice la Biblia; es lo que la iglesia cree y enseña a medida que se refleja fielmente los datos que están en las Escrituras.

Además, creo que la definición de Pelikan es mejor porque la iglesia es una institución muy amplia que a menudo tiene diferentes interpretaciones de lo que la Biblia enseña. Como veremos, muy a menudo católicos, ortodoxos y protestantes de todo tipo difieren doctrinalmente en la forma en que leen la Biblia.[2] Existe, por lo tanto, tanto la verdadera doctrina como la falsa doctrina. Eso no tendría sentido si sólo dices que la doctrina es lo que la Biblia enseña. Tenemos entonces que la doctrina es una reflexión y sistematización de lo que la Biblia enseña y, por lo tanto, puede ser diferente para diferentes denominaciones y personas. Creo que algunas doctrinas pueden ser falsas y otras doctrinas serán verdaderas.

Entonces concluimos que la definición de Pelikan es buena. Cuando estudiamos la doctrina cristiana, estamos estudiando lo que la iglesia cree y enseña en toda su diversidad. Luego intentaremos discernir qué es la verdadera doctrina–cuál es la verdad acerca de Dios o el tema que estamos debatiendo.

Podemos preguntar de esta manera nuestra siguiente pregunta: ¿por qué estudiar la doctrina después de todo? ¿Por qué no simplemente contentarse con disfrutar la vida cristiana e ir por la vida asistiendo a la iglesia, yendo a reuniones de oración, haciendo evangelismo y todos los demás aspectos prácticos de la fe cristiana? ¿Por qué deberíamos estudiar doctrina? Puedo pensar en por lo menos cuatro razones por las que creo que es importante estudiar doctrina:

1. Cada cristiano es un teólogo. No son sólo los profesores de teología o aquellos que han estudiado académicamente en el seminario que hacen teología. Cada cristiano es un teólogo. En virtud del hecho de que eres cristiano, estás comprometido con ciertas creencias sobre la realidad–una determinada cosmovisión de que Dios existe, que Dios es tres personas, que Cristo es a la vez humano y divino, que Dios ha creado el mundo, que estamos moralmente caídos ante Dios y en necesidad de su perdón y purificación. Todas estas son doctrinas cristianas, o asuntos o temas de las doctrinas cristianas. Por lo tanto, la pregunta no es si vas a ser un teólogo o no; la pregunta es si vas a ser un mal teólogo o un buen teólogo. Sólo por ser cristiano, por ende, estás comprometido a ser un teólogo.

Observemos lo que Pablo dice sobre esto en Efesios 4:13-14. Aquí Pablo habla sobre los dones que Dios le ha dado a la iglesia.

“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error”.

Aquí Pablo señala, que parte de la madurez espiritual cristiana es el discernimiento doctrinal para que no seamos zarandeados por cada nuevo viento de doctrina que se presente. Tendremos una comprensión de lo que es verdadero y lo que es falso y, por lo tanto, podremos discernir doctrinalmente.

O veamos la carta de Pablo a los Gálatas, Gálatas 1:6-9. Aquí Pablo está tan enojado con los falsos apóstoles que han venido a las iglesias en Galacia y están enseñando falsa doctrina. Y señala:

“Estoy maravillado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren pervertir el evangelio de Cristo. Mas si aún nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os predica diferente evangelio del que habéis recibido, sea anatema”.

¡Aquí Pablo está diciendo literalmente que estos proveedores de falsa doctrina a las iglesias de Galacia eran dignos de condenar. Él dice que se les deje ir al infierno a esos proveedores de falsas doctrinas. Así de extraordinario era para Pablo la importancia de tener la enseñanza correcta sobre Cristo y sobre el Evangelio de la gracia que Él mismo predicaba.

Finalmente, miremos su carta a Tito, Tito 1:9. El contexto aquí es la lista de Pablo de las cualidades para ser un anciano en la iglesia. De las diversas cualidades que enumera para ser un anciano, dice en el versículo 9:

Retenedor de la palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen”.

Como cristianos, seguramente todos querríamos tener este tipo de madurez cristiana y cualidades de carácter que nos califiquen para llegar a ser como un anciano en la iglesia. Quizás nunca llegues a ser un anciano en una iglesia, pero cuán importante es cumplir lo mejor que puedas con esta lista de cualidades para ser un cristiano maduro. Parte de esas cualidades son para poder dar instrucción en sana doctrina, y luego también para refutar a aquellos que la contradicen.

Repito: cada cristiano es un teólogo y pertenece a la madurez cristiana tener una comprensión correcta de la doctrina correcta y discernir doctrinalmente cuando la gente viene a uno trayendo una falsa doctrina.

2. Vivir correctamente presupone pensar correctamente sobre Dios. Observemos el patrón en las epístolas de Pablo. En sus cartas, típicamente, la primera mitad más o menos de la carta estará dedicada a la enseñanza doctrinal. Luego, en la segunda mitad de la carta, cambiará a la aplicación práctica y a su aplicación cotidiana de las enseñanzas que él está dando. Observe, por ejemplo, en su carta a los Efesios. En Efesios 1-3, él da instrucciones sobre la doctrina cristiana. Luego, comenzando con Efesios 4:1, uno puede ver la transición: “Yo, pues, prisionero del Señor, os ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados”. El "pues" indica la transición entre estas verdades doctrinales–si estas son verdaderas, pues, ahora vive una vida digna de este llamado que uno tiene. Mire también en Filipenses el mismo patrón. En Filipenses 1-3 tenemos su enseñanza doctrinal comenzando en el capítulo 4, dice: “Así que, hermanos míos, amados y añorados, gozo y corona mía, estad así firmes en el Señor, amados”. Luego comienza a dar una aplicación práctica.

Entonces, si queremos vivir correctamente para Cristo como sus discípulos, primero debemos pensar correctamente acerca de Cristo. Si nuestro pensamiento es sesgado y fuera de base, va a afectar nuestra vida y nuestro discipulado cristiano.

3.- El estudio de la doctrina es una expresión de amar a Dios con toda nuestra mente. Mateo 22:37-38. Jesús, cuando se le preguntó cuál es el mayor mandamiento, dijo: “Y Él le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el grande y el primer mandamiento”. Entonces debemos amar a Dios con todo nuestro ser–todos los aspectos de nuestra personalidad. Eso incluye amar a Dios con tu mente. Yo diría que una de las mejores formas en que podemos cumplir este mandato de amar a Dios con nuestra mente es estudiando su verdad. Reflexionando sobre su verdad. Conociendo su verdad con exactitud. Explorando su verdad. Esta es una forma de expresar nuestro amor hacia el Señor porque amamos su verdad y queremos estudiarla.

4.- Cristo no puede separarse de las verdades acerca de Cristo. Miremos 2 Juan 9-10. Aquí, Juan está advirtiendo acerca de las personas que afirman ser cristianas – afirmando seguir a Jesús – pero que están enseñando falsa doctrina. En el versículo 9 dice, “Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios”.

[Eso es realmente interesante. Observemos que él no dice que todo el que se desvía y no permanece en Cristo. Sino dice: Que alguien que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios.]

“El que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis bienvenido”.

Lo que Juan nos está diciendo es que no es suficiente decir: "Amo a Jesús, y sigo a Jesús, y tengo sentimientos cálidos y confusos acerca de Jesús". Si no estás permaneciendo en la doctrina de Cristo, él dice que no tienes a Cristo. No puedes separar a Cristo de las verdades acerca de Cristo. Ambas van de la mano. Entonces necesitamos una combinación de sabiduría doctrinal junto con un entusiasmo lleno del Espíritu para Cristo. La doctrina sin el Espíritu Santo conduce al legalismo, a la letra muerta. Por su parte el solo pretender vivir del Espíritu Santo sin doctrina conduce al fanatismo. Uno no tiene control sobre esa experiencia subjetiva. Uno necesita la combinación de buena doctrina con una experiencia cristiana llena del Espíritu. Por lo tanto, no podemos separar a Cristo y las verdades acerca de Cristo. Una relación viviente vibrante con Cristo en el poder del Espíritu Santo debe ser una que involucre una apreciación por la doctrina cristiana.

Por todas estas razones, creo que el estudio de la doctrina cristiana es una parte integral del discipulado cristiano y de convertirse en un cristiano maduro. Cada cristiano es un teólogo, vivir correctamente presupone pensar correctamente sobre Dios, el estudio de la doctrina es una forma en que expresamos nuestro amor por Dios con nuestra mente y Cristo no puede separarse de las verdades acerca de Cristo.

Respondiendo preguntas.

Ahora, ¿Cuáles serían las diferencias que se podrían advertir hoy, ante la existencia de múltiples denominaciones y sus propias interpretaciones particulares de la doctrina? ¿Qué es lo que significa que no podemos separar a Cristo de la verdad acerca de Cristo?

Creemos que las diferencias denominacionales invariablemente tienden a enraizarse en la doctrina. Difieren en lo que creen que es la enseñanza cristiana. Hay algunas denominaciones que doctrinalmente están muy juntas (son casi indistinguibles en ese ámbito), pero hay tal vez diferencias en los estilos de adoración; o tal vez existan incluso diferencias culturales, raciales o étnicas que podrían encausarse de diferente forma dando pie a otras denominaciones. Pero la verdad es que, en su mayor parte, las principales fallas en la iglesia cristiana de hoy se trazan sobre líneas doctrinales.

Y respecto de la segunda pregunta, Creemos que la forma en que se ha llevado la doctrina de un tiempo a esta parte ha ido variando porque han variado los enfoques y la importancia que se ha estado dando o dejado de dar a través del tiempo a las verdades bíblicas. Así las antiguas denominaciones–como los metodistas, congregacionalistas, presbiterianos o episcopales–solían ser los pesos pesados culturales en la sociedad del pasado siglo. Esas denominaciones hoy día, en muchos casos, o se han desviado de la fidelidad a la ortodoxia bíblica, y ahora están en caída libre o han derivado en movimientos más proclives a la llamada nueva espiritualidad y a los aspectos carismáticos, desechando en parte importante el estudio de la Palabra, lo que como dijimos antes puede derivar peligrosamente hacia el fanatismo, pues se aleja del centro que es el estudio de la Palabra a la luz del Espíritu Santo. Es así como lamentablemente los seminarios de estas denominaciones antiguas se están cerrando, su asistencia está disminuyendo, mientras que las denominaciones que no pertenecían a este grupo principal, pero que han permanecido bíblicamente ortodoxas, tienden a ser las que todavía están creciendo o defendiéndose.

No pretendemos sugerir que cada doctrina es una doctrina cardinal. Es decir, que si uno está en desacuerdo doctrinalmente, entonces esa persona se convierte automáticamente en un hereje. Hay puntos finos de la doctrina que casi pueden ser como una división de cabello y que realmente no importan. Realmente hay muy pocas doctrinas que diríamos que son doctrinas cardinales. Es decir, doctrinas que son esenciales para la salvación. Ciertamente, la existencia de Dios sería una de esas doctrinas, ¿no es así? No podríamos, por ninguna imaginación concebible, ser cristiano si no creemos que Dios existe. O que Jesucristo resucitó de entre los muertos y murió por nuestros pecados. Esos parecen ser doctrinas cardinales. Pero en muchos otros casos, las diferencias doctrinales entre los cristianos son leves, pero dramáticamente exacerbadas por intereses mezquinos que persiguen otros fines distorsionados que no son la Gloria de Dios.



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