Qué pensarías de una iglesia que, en diez años de existencia, jamás ha hecho una campaña evangelística; nunca ha hecho un llamado al altar; no ha salido a repartir folletos evangelísticos en las calles y parques; nunca ha salido a evangelizar casa por casa; ni siquiera bombardea a sus invitados para que crean en Cristo en la primera visita al culto. Seguramente concluirías que es una Iglesia que no cumple la gran comisión. Pero qué dirías si te compartiera que en esa iglesia todos los domingos están llegando personas que no conocen a Cristo; todos los domingos, hay personas no creyentes que voluntariamente se están integrando a grupos pequeños para estudiar la Biblia; que todos los domingos vienen personas no creyentes para que les hablen de Jesucristo; que con mucha frecuencia se escuchan testimonios de vidas que están siendo transformadas por el evangelio. ¿Te parece extraño? No lo es en realidad. Es cierto y lo hemos visto como testigos oculares en nuestra iglesia.
Para nosotros el evangelismo no es un programa, actividad o evento más que hacemos. Para nosotros el hacer discípulos está incluido en todo lo que hacemos. Es la parte medular de nuestra estrategia ministerial y deseamos que sea el estilo de vida de cada miembro de la iglesia, porque estamos convencidos que la estrategia de Dios para alcanzar al mundo es su iglesia.
No estoy diciendo que organizar campañas, repartir folletos o ir casa por casa sea algo malo. Pero sí hay que reconocer que estas estrategias son simplemente eso, estrategias, y no son lo esencial del evangelismo. Existen, por lo tanto, otras estrategias que quizá sean más eficaces para cumplir la gran comisión en una ciudad como la nuestra.
La estrategia que hemos usado para compartir las buenas nuevas es lo que llamamos: Evangelismo Relacional. No es nada excepcional o secreto, simplemente consiste en entrar en un proceso de compartir estratégica y pacientemente el evangelio con nuestros conocidos, familiares, vecinos y amigos sin manipular, forzar, presionar, ni hostigar a las personas para crean en Cristo. Se comparte el evangelio en el contexto de una relación personal con aquellos que estamos evangelizando con miras a que lleguen a ser discípulos de Jesucristo.
La clave para este tipo de evangelismo son tus relaciones. Evangelizamos conviviendo genuinamente con las personas y compartiendo la vida y fe con ellas. Ese compartir tiene un paso suave, natural y progresivo, dejando que cada quien lleve su proceso. No hay presión, prisas ni desesperación, sino esperamos con paciencia el fruto porque creemos que Dios está obrando en la vida de las personas.
Evangelismo Tradicional vs. Evangelismo Relacional
¿Cuál es la diferencia entre el evangelismo tradicional y el evangelismo relacional? Podemos mencionar varios aspectos en los que estos dos tipos de evangelismo tienen énfasis distintos.
1. Objetivo. El evangelismo tradicional, generalmente, tiene por objetivo inmediato que la gente haga la oración del pecador. El evangelismo relacional busca, generalmente, que las personas se vuelvan discípulos de Cristo. No se conforma con simplemente compartir el mensaje, sino busca que la gente se niegue a sí misma, tome su cruz y siga al maestro.
2. Percepción de la Conversión. El evangelismo tradicional percibe la conversión como un evento específico, con una fecha y una hora. El relacional, tiende a ver la conversión como parte de un proceso que, en algunos casos, es paulatino, lento y tardado. Algunos llegan al arrepentimiento y la fe en Jesucristo en cuestión de horas, días o semanas; en tanto que para otros, transcurren años antes de que puedan creer en Jesucristo en su corazón y confesarlo con su boca. El evangelismo relacional no renuncia al primer rechazo, sino estratégicamente va invirtiendo tiempo y esfuerzo en la relación para crear un contexto en el que el Espíritu Santo siga obrando en la vida de la persona con quien compartimos nuestra vida y nuestra fe.
3. Percepción del papel de Dios. El evangelismo tradicional, en la práctica, tiende a ver a Dios muy poco activo. El evangelista es quien se percibe como el más activo porque tiene que convencer y persuadir al inconverso para que entregue su vida a Cristo. Ciertamente, Dios está obrando, pero la acción evidente es la de las personas que se esfuerzan por ganar un alma para Cristo. En el evangelismo relacional, el que realmente está activo y obrando, es Dios. Nosotros somos, hasta cierto punto, espectadores de la obra de Dios en la vida de los demás cuando compartimos con ellos la vida y la fe.
4. Percepción de las habilidades del evangelista. El evangelismo tradicional percibe las habilidades del evangelista como fundamentales. Se piensa que si aquella persona inconversa tan solo escuchara a tal o cual evangelista con seguridad se convertiría. Se invierten grandes sumas para poder contar con afamados oradores o cantantes cristianos para los eventos evangelísticos. En el evangelismo relacional, si bien es cierto que el evangelista debe estar preparado para compartir claramente el mensaje, sus habilidades son secundarias, pues lo único que debe hacer es invertir tiempo en la relación, compartir de acuerdo con las oportunidades y depender de la obra del Espíritu Santo. Cualquier creyente, sin importar sus habilidades evangelísticas, puede ser un instrumento del Espíritu Santo para traer el evangelio al más renuente de los incrédulos.
5. Papel del evangelizador. En el evangelismo tradicional el evangelizador considera que su papel es persuadir al incrédulo para que entregue su vida a Cristo. Es decir, lograr una conversión en el menor tiempo posible. El evangelizador en el relacional tiene como papel fomentar su relación con la persona a quien desea compartir el evangelio y hablar poco a poco, pero intencionalmente del evangelio, según Dios vaya dando las oportunidades.
6. Tono del Método de evangelización. El evangelismo tradicional tiende a tener un tono agresivo, de choque, confrontación, presión, y a veces manipulación. Es directo, osado y a veces, con muy poco tacto. Por su parte el relacional, tiene un tono suave y sutil. Se realiza sin presionar, hostigar, intimidar ni manipular a las personas. Se tiene mucha paciencia en el proceso de cada individuo y se busca capitalizar las oportunidades para llevarlo un paso más cerca en su encuentro con Dios.
7. Parámetro del éxito. El evangelismo tradicional mide su éxito con la cantidad de personas que hacen la oración del pecador. El evangelismo relacional mide su éxito considerando cuántas personas se han convertido en discípulos de Cristo.
8. Percepción del papel de la Iglesia. En el evangelismo tradicional, la iglesia se ve como la capacitadora para el evangelismo y organizadora de los eventos con este fin. En el relacional, la iglesia se ve como una comunidad que provee el contexto para que las personas experimenten una relación progresiva y creciente con Dios por medio de Jesucristo. La comunidad de creyentes funcionando como el Cuerpo de Cristo es la mejor estrategia para alcanzar al mundo.
9. Énfasis del Mensaje. El evangelismo tradicional tiende a enfatizar los beneficios de creer y las consecuencias de la incredulidad. El énfasis del mensaje en el relacional es una relación verdadera con Dios por medio de Jesucristo. La gracia transformadora de Dios se subraya y se ofrece a todo aquel que se acerca a Dios por medio de Cristo.
Elementos Fundamentales del Evangelismo Relacional
Existen cuatro elementos fundamentales del evangelismo relacional. Los cuatro se entrelazan para ir llevando a la gente en su proceso hacia una relación verdadera con Dios por medio de Jesucristo.
1. Las Relaciones. Todos estamos conectados con otras personas. Algunas conexiones son sanguíneas, otras son fraternales, y otras más, laborales. Tus relaciones son la clave para el evangelismo de este tipo. Partes de tu círculo de influencia hacia afuera. Comienzas con familiares, sigues con amigos y compañeros y terminas con vecinos y conocidos. Las personas están más dispuestas a escucharte porque ya tienen cierta relación contigo. Gran parte de tu labor es desarrollar y profundizar esa relación con ellos para que en ese contexto se vayan presentando oportunidades para guiar a la persona en su proceso de acercamiento a Dios.
2. El Testimonio. Es más fácil ir a China a hablar de Cristo donde nadie te conoce que comenzar en tu propia casa donde conviven contigo y saben de tu mal genio y tus irresponsabilidades. El testimonio es fundamental en el evangelismo relacional. La gente se debe sentir motivada a acercase a Cristo al considerar la realidad de Su obra en tu vida diaria.
3. El Evangelio. El claro mensaje del evangelio debe estar presente en tu conversación con las personas a quienes estás evangelizando. Debes poder comunicar las buenas noticias partiendo de las oportunidades naturales que se presenten en tu caminar con la persona con quien estás desarrollando una relación.
4. La Oración. La intercesión por la persona que estás dirigiendo a Cristo debe ser parte de la vida cotidiana. Como hemos dicho, lo que finalmente marca la diferencia en la vida de una persona es la obra de Dios en su corazón, por eso debemos pedir constantemente por la intervención divina en la vida de nuestro prospecto.
Consejos Prácticos para desarrollar el evangelismo relacional
1. Cuida tu relación con Dios celosamente. Una persona que tiene verdadera intimidad con Dios no tiene que publicar este hecho, porque se nota con sólo tratarla. Si has estado muy cerca del Padre, los que te rodean lo notarán y querrán saber acerca de Él. Por lo tanto, busca esa intimidad con Dios no sólo como una disciplina, sino como el mayor placer en tu vida.
2. Cuida tu testimonio diligentemente. Como hemos dicho, tu vida dirá más que mil palabras. Con nuestro testimonio está en juego la reputación de Cristo. Tú eres el reflejo más cercano de Cristo que tienen tus familiares, amigos, vecinos y conocidos. Por eso, no bajes la guardia en ningún aspecto de tu vida; aférrate de la gracia transformadora de Dios para crecer a semejanza de Cristo.
3. Ora por tus contactos e invierte tiempo con ellos. El evangelismo relacional demanda inversión de tiempo. Tiempo para orar por la persona y tiempo para convivir con la persona. Se trata de desarrollar una relación genuina con el fin de crear un contexto en el que el Espíritu Santo haga su obra progresiva en la persona. Por eso, Interésate en verdad por las personas, no los veas sólo como “gemas para tu corona”. Interésate en sus lágrimas y risas, en sus éxitos y fracasos, en sus fortalezas y debilidades. En fin, velas como Cristo las ve.
4. Comparte el mensaje aprovechando las oportunidades naturales. El evangelismo relacional no toma las oportunidades por la fuerza. Es paciente y espera el mejor momento para avanzar. Esas oportunidades, Dios las provee de manera natural en los acontecimientos cotidianos de la relación. Pide a Dios sabiduría para identificar el momento esperado y para que lo aproveches siendo dirigido por el Espíritu Santo.
5. Se genuino con la gente. No hables como si fueras un producto terminado. No digas “Cristo me transformó” como si hubiera sido algo necesario sólo en el pasado. Es mejor decir: “Cristo me está transformando”. Todavía estás en proceso, todavía flaqueas, dudas y caes. Reconoce sinceramente tus debilidades y tus luchas. No eres mejor que los demás, lo único que hace la diferencia es la gracia de Dios en tu vida. Comparte esa gracia con humildad.
6. Invita a tus contactos a actividades con otros cristianos. Dios usa poderosamente a Su comunidad para atraer al incrédulo. Por eso, no desaproveches la oportunidad de poner en contacto a tus invitados con otros creyentes como tú. Debemos ser intencionales en crear ambientes no intimidantes en los que los no creyentes puedan tener la oportunidad de explorar en qué consiste la comunidad cristiana. Debemos llegar a ser una iglesia irresistible porque Cristo lo es.
7. Si algún contacto expresa interés por una relación con Dios, ofrécele estudiar la Biblia juntos. Muchos creyentes cometen el error de pensar que una persona debe primero profesar externamente fe para luego comenzar a estudiar la Biblia con ella. Pero la Biblia dice que nadie viene al Hijo si el Padre no le trae. Por lo tanto, si una persona muestra interés por las cosas espirituales, debemos asumir que es la obra de Dios en él hasta que nos demuestre objetivamente que nos equivocamos. No esperes la profesión externa de fe para comenzar a enseñar la Escritura a la persona. Recuerda que la Palabra es la espada del Espíritu que penetra hasta lo más profundo del corazón humano.
8. Invita amablemente, no presiones, no manipules, ni hostigues. Es un gran alivio saber que no se trata de fabricar conversiones, sino de guiar a las personas a ser discípulos de Cristo. La conversión verdadera la realiza el Espíritu Santo. No es nuestra insistencia, presión, hostigamiento ni manipulación lo que hace que el pecador se arrepienta. Por tanto, presenta claramente el evangelio e invita amablemente al arrepentimiento y a la fe en Jesucristo. El resultado es del Señor, no es tu responsabilidad.
9. Confía en que Dios está obrando, no es tu habilidad ni tu esfuerzo. Siguiendo con lo anterior, no te angusties por tu inexperiencia, tus debilidades o falta de capacidad. La obra es de Dios, confía en él. El obra con nosotros, sin nosotros o a pesar de nosotros, por eso la gloria es sólo suya.
Conclusión
Jesús dijo: “Id y haced discípulos”. La Iglesia, como el cuerpo de Cristo, está llamada a ser esa estrategia para cumplir la misión. Debemos dejar de ver el evangelismo como una actividad o programa más de la Iglesia, y comenzar a integrarlo en la estrategia ministerial global de la Iglesia. Es decir, que de una manera natural y suave, los incrédulos con el simple hecho de estar en contacto con la Iglesia vayan siendo asimilados poco a poco en la comunidad del pacto. Nosotros creemos que evangelismo relacional favorece estos procesos y es una magnífica estrategia para cumplir la gran comisión hasta lo último de la tierra.
Por Wilbur Madera
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