El ser humano a lo largo de su existencia siempre ha buscado responder cuatro preguntas fundamentales que toda cosmovisión debe tratar y que, por supuesto en algún punto de nuestra vida vienen a nuestra mente por mucho que intentemos evadirlas, estas preguntas fundamentan nuestro modo de vivir y de cierta forma impulsan nuestra conducta.
Seguramente si no lo has hecho querido lector, ahora mismo podrás reflexionar sobre ello: Alguna vez te ha preguntado ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es la razón de mi existencia? ¿Qué pasara conmigo cuando muera? Pues bien, seguramente si lo has hecho, e incluso a lo mejor has establecido una respuesta para dicha pregunta o quizá aún estés tras la solución, o (aunque lo dudo) tal vez solo hayas ignorado estas preguntas hasta ahora. El título del artículo es completamente intencional y no solo eso sino también real, seguramente si tu postura es una contraria al teísmo o simplemente no encuentras interesante la pregunta de si Dios existe, te parezca algo arrogante o ridículo pensar que la vida sin Dios sea un absurdo, continúa leyendo que seguramente te darás cuenta que el tema del artículo no es exactamente lo que estás pensando.
Bien en este punto seguramente tendrás en mente algunos de los motivos por los cuales crees que tu vida tiene significado o se pasará por tu mente aquello que piensas que te mantiene vivo, tu fuente de inspiración o algo relacionado con ello; si te hago aquella pregunta seguramente me responderás: pues yo existo para convertirme en un gran profesional, ayudar a construir un mejor mundo, luchar por los derechos de los demás o quizá incluso mencionaras a alguna persona especial en tu vida que te de aliento para levantarte de la cama todas las mañanas. Pues bien, me gustaría aclarar que tu razón puede ser completamente valida. Sin embargo, debes tener en cuenta que la afirmación no es si la vida tiene significado si no crees en Dios, (a lo que vimos que podemos responder con un ‘si’ y algunas razones variadas) lo que afirmo es que la vida no tiene significado sin Dios, y vamos a profundizar en la diferencia.
Para abordar el tema de forma más amplia, revisaremos las consecuencias y conclusiones del ateísmo (sin Dios) para la existencia del universo y todo lo que lo compone
Si Dios no existe, aunque podamos dar propósito subjetivo a nuestra existencia, la verdad es que esta no tendría ningún sentido objetivo, tu vida se reduce a tiempo y azar actuando sobre la materia, lo físico es todo lo que alguna vez existió, existe y existirá; sin embargo, esto no solo se extiende a tu vida si no a todo aquello que conocemos, el origen proviene de la nada, no tienes ningún propósito real, ningún valor y tu destino está en la inevitable desaparición absoluta junto con todo el universo; no eres más que un accidente que sufrió un proceso evolutivo diferente al de los átomos que componen una botella de plástico, pero en la realidad en un sentido objetivo no tienes un valor tan diferente en lo profundo. La implicación de esto hace que el ateísmo, aunque pueda ser aceptado en lo teórico por muchos, sea a la hora de la verdad prácticamente invivible de forma consistente; esto es aceptado por muchos ateos a lo largo de la historia e incluso en la actualidad; Albert Camus, Jean Paul Sartre, Samuel Beckett, Richard Dawkins, Carl Sagan, son algunos de ellos.
Una vez dejas de existir ¿Cómo se puede examinar el valor de tu existencia? Bien acá muchos no creyentes dirían, si puedo encontrar la cura para el cáncer o promover una tecnología que mejore la calidad de vida de las personas o logro mejorar la economía de un país, o el estado ambiental del planeta, seguro que mi vida trasciende al bienestar de todo lo que estoy ayudando a mejorar; y aunque estoy completamente de acuerdo con dicha afirmación, esta, también depende de la existencia de Dios. Si partimos de pensar que no es el caso, por más que hagas algo por los demás o por el planeta, los animales, o las plantas; esto permanece en un sinsentido objetivo, ya que tanto tu prójimo, como la tierra y todo lo que en ella habita, carece de significado y solo está destinado a dejar de existir, pasando sin pena ni gloria, absolutamente todo lo que hagamos o seamos. El sufrimiento que vivimos, o la alegría que sentimos, incluso el amor que profesamos los unos a los otros, no es algo que trascienda.
El problema empeora cuando analizamos la objetividad de lo moral desde el ateísmo, (que, aunque se trate de justificar mediante la evolución), es simplemente insostenible; nos quedamos vacíos ante un relativismo moral que nos hubiese destruido desde hace mucho si lo llevamos a las últimas consecuencias. Sin embargo, este tema realmente merece la pena profundizarlo con más detalle en nuestra próxima entrega.
Debemos pensar que implica que nuestra cosmovisión saque a Dios de la ecuación, muchos han pensado que, al quitar a Dios, han encontrado una libertad que les permite vivir una vida sin ninguna clase de marco que establezca comportamientos o ‘reglas’ a seguir con un fin específico; sin embargo, en realidad es algo mucho más profundo, cuando analizamos a detalle, estamos abrazando una idea que nos deja completamente vacíos de propósito, significado, destino, moral. Abrazando un absurdo que, aunque proclamemos en lo teórico, no podremos llevar a lo práctico.
¿Y que cambia en la cosmovisión cristiana?
Una pregunta completamente entendible de su parte seria, bueno, ¿Y que si Dios si existe? Pues bien, esto realmente lo cambia todo; Si Dios si existe fuimos diseñados de forma intencional junto con el universo (cosa que para todo el universo se ve con claridad en evidencias como el ajuste fino), la tierra y todo lo que la compone. Tu vida tiene un propósito que reside en Dios, tienes un significado real que Dios ha puesto en ti y ha probado mediante Jesús, tienes un destino que trasciende la desaparición inevitable de la materia; y de igual manera los demás seres humanos. Si luchas por tus derechos, lo puedes hacer con un sentido objetivo porque tu vida tiene un valor real; si ayudas al prójimo, lo haces teniendo bases sólidas para afirmar que la vida de los demás tiene un valor intrínseco por el cual mejorarla es algo positivo, y al mismo tiempo desfavorecerla es negativo. Con la existencia de Dios, la vida y la existencia del universo realmente si tiene sentido y no sería absurda.
Si tu cosmovisión es atea o agnóstica, quiero aclararte que de ninguna manera estoy diciendo que este es un argumento establecido para la existencia de Dios o que con esto hayamos comprobado fehacientemente que Dios existe, de ninguna manera, ese tema se puede tratar en otra conversación, sin embargo, nuestra intención con este artículo es invitar a la reflexión de esta temática y de las distintas respuestas dadas desde el teísmo (cristiano) y el ateísmo naturalista y la importancia de nuestra cosmovisión en la vida práctica.
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